lunes, 2 de febrero de 2009
La comunciación es la base de cualquier relación entre seres humanos. Yo hablo, tú hablas y nos entendemos. Sin embargo, muchas personas son incapaces de comunicarse, de decir lo que piensan, hay que sacarles las cosas con sacacorchos, otros no se cortan y te cuentan su vida, sin venir a cuento. La comunicación también requiere límites. Hay gente a la que incluso se le olvida. Otros se lo callan por miedo. Algunos no consideran importantes las cosas que a ti te pueden cambiar la vida. La importancia que las palabras tienen son una esencia mágica cuando empiezas a relacionarte con una persona. Son nuestra carta de presentación, no nuestra apariencia o nuestros rostros. Lo que dijiste en el momento exacto al conocer una persona marcará tu relación con ésta, y cuando avance el tiempo las palabras que se dicen y no se dicen podrían destruir murallas¡, cambiar el mundo, hacerte feliz. Por supuesto, hay cosas que hablan por sí solas, y otras que por mucho que lo intento no puedes explicarlas. A veces, incluso, estás deseando hablar y de repente te quedas callado, sin fuerzas para contarlo. Sin presente ni pasado. Silencio. Cuando eso ocurre, cuando el lazo de confianza se ha roto, cuando la lista de personas que deben de enterarse de tu vida ha cambiado, y el quinto ahora es el segundo, y para el primero tú eres el último , justo entonces, empiezas a preguntarte qué ha pasado, y si deberías comentarlo. O callártelo.
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